domingo, mayo 13, 2007

PRUEBA DE FUEGO: La casa de León Trotsky

No sé cómo ni por qué, pero resulta que estuve encerrado durante tres meses en mi hogar. Fue de un día para otro. Ahora que estoy un poco mejor comienzo a comprender algunos hechos; me transformé en un alma en pena, en una especie de ser invisible y casi sin contacto físico con el mundo exterior. Recuerdo o creo recordar también que durante estas vacaciones en Alcatraz rara vez bajé las escaleras para comprar pan o el periódico. No sé lo que ha sucedido en Santiago ni en el mundo. Casi no abrí puertas ni ventanas. Creo, aunque no estoy completamente seguro, que también dormí y soñé más de la cuenta. No me bañé ni comí con regularidad. No sé si habré tocado fondo o algo parecido. El asunto es que ahora, con algo más de lucidez, estoy intentando encontrarle sentido a todo esto. Pero no me acostumbro a la rutina ni a nada parecido a eso. He estado viendo sólo a un puñado de amigos y familiares. Pero lo he hecho sólo para recuperar la memoria. No estoy seguro, pero hace un mes, en pleno encierro, logré salir de mi departamento. Caminé sin rumbo. Me parece que descalzo. Llegué hasta León Trotsky, una calle pequeña sin salida. Debe haber sido ese lugar, porque no queda lejos de mi casa. No vi a nadie en el camino y creo que nadie me vio a mí. Debo haber estado un buen rato dando vueltas por el sector, porque cuando llegué ahí miré el sol y cuando salí ya no estaba, aunque en realidad sólo tengo una noción vaga de lo que sucedió en aquella ocasión. Tampoco sé por qué estoy escribiendo esto, como tampoco tengo conocimiento pleno sobre las actividades que hacía antes de comenzar el encierro.

El día en que me paré frente a la casa azul de León Trotsky recordé que en ese lugar reía con una facilidad admirable, digamos porque sólo tenía 12 años. Quizás 13. La casa ahora está vacía y a la venta, pero no abandonada por completo. De vez en cuando –y esto lo supe recién porque el Chino López me lo contó- aloja ahí alguno de los López, aunque sólo los fines de semana. Al Chino lo conozco hace años. Nos hicimos amigos en Curicó, en una competencia atlética, cuando me decían “el hijo del viento”. Esa vez, detrás de unas gradas de madera, me confesó que su amiga Paz quería ser mi novia. De inmediato acepté. Nos dimos un solo beso. A veces con eso basta. El “noviazgo” no duró mucho y después de la ruptura dejé de ver a Paz. No la vi en muchos años, aunque la busqué incansablemente. De las pocas cosas que recuerdo antes del encierro es que estuve viendo al Chino y que un día me dejó sin habla: Localicé a Paz, me dijo, entusiasmado. Quiere verte y supongo que tú también la quieres ver a ella. Nos encontramos a la semana siguiente. En esa ocasión Paz nos contó que la noche anterior al encuentro con el Chino dejó su cuaderno de recuerdos debajo de su almohada, esperando que pasara algo. Quería recuperar parte de su pasado. Creo que esa fue la última vez que los vi antes del encierro.

La semana pasada me reuní nuevamente con Paz y el Chino. Fue nuestro primer encuentro después del claustro. Antes de dirigirnos al bar de la esquina estuvimos en casa de Paz. Con una sonrisa cómplice Paz me preguntó si tenía una grabadora. Le dije que probablemente, pero que no recordaba dónde podía estar, ya que mi departamento estaba hecho un asco, inclusive con un lote de bolsas de basura que aún no he podido bajar. Le comenté que no muy lejos de su casa vivía mi amiga Isabel Fuentes, la misma que en el verano se iba ir a Cuba, y que ella, con toda seguridad, tenía una grabadora. Llegamos al departamento de Isabel. Aun no sé cómo le fue en la isla. El Chino y Paz esperaron pacientemente en el auto. Subí y bajé rápido. Isabel salió al balcón para despedirse por segunda vez. De paso, les echó una mirada a mis amigos, aunque no vio nada. Ando con el Chino, grité desde la entrada. Dentro del auto les dije a mis viejos compañeros que mi amiga Isabel Fuentes había asistido a nuestra escuela. Al rato, y ya sentados en el bar de la esquina, el Chino me preguntó si Isabel era hija de la profesora Isabel Mora. Sí. ¿Cómo sabes? Porque la familia de Isabel le vendió la casa ubicada en León Trotsky a mis padres. No te creo Chino. Sí, es verdad. Al día siguiente llamé a Isabel para contarle la historia. Has estado desaparecido, volvió a decirme, algo preocupada. Disculpa Isabel, dejemos eso para otro día y déjame contarte otra cosa: la casa azul de León Trotsky está a la venta. Quizás te puede interesar. ¿Y cómo sabes tu eso? Porque seguramente fuiste feliz en ese lugar cuando tenías seis o siete años. ¿Me estás tomando el pelo?

11 Comments:

Blogger Alexis said...

Siempre dicen que el mundo es pequeño y que todos nos conocemos, parece que es verdad, jeje.
Me alegra poder leerte nuevamente, lástima que ahora el que se está por retirar soy yo =(
Saludos.

12:28 p. m.  
Blogger Ale said...

Que increible como las coincidencias se presentan en los momentos más inesperados, pero al parecer en este caso fue un momento oportuno para ayudarte a recordar.

Yo también llevo tiempo encerrada, pero el mío es menso estricto, a veces no salgo de casa en 2 o 3 semans y hay días en que lo hago por necesidad, hay cosas que no puede hacer nadie más que yo.
pero sea cual sea al motivo del encierro, siempre se produce al sensación de haber perdido el ritmo de al vida de antes.
Se siente raro incluso cuando despues de un mes o mas vuelves a ver a las personas que veias con frecuencia y te sientes como un bicho raro entre ellos, ya que incluso las tallas de las cuales habrias formado parte si hubieras estado ahí no las conoces y no te las van a contar.
En fin espero que mi encierro acabe dentro de un mes o un poquito más y que se reconecte con su vida o lo que le importaba de ella.

Saludos y gracias por reaparecer.

6:13 p. m.  
Blogger El Supercomediante said...

"Abuelo...anoche soñé que volvía el Superstar..."
"Te advertí que no comieras mucho anoche, sabes que dormir con el estómago lleno atrae a las pesadillas"- dijo mi abuelo, sin apartar su vista del puzzle de La Tercera.
"Pero no será que de verdad volvió", respondí un poco ofendido por no ser tomado en cuenta...
"Difícil". Mi abuelo bajó el diario, se sacó los lentes y me miró fijo. "Hijo, la verdad es que el Superstar está ido hace mucho, mucho tiempo".... Luego volvió a su tarea y me preguntó "¿Un sinónimo de avívate, con A?".

(Éxito!)

4:18 p. m.  
Blogger Unknown said...

bienvenido
saludos

11:38 p. m.  
Blogger Rex Mamey said...

Mis más sinceras excusas, NS... por mi desaparecimiento involuntario.... pero ya he vuelto a recorrer algunos buenos blogs, como siempre... (veo que vos también te diste un descansito)

en fin, excelente relato... al principio me creó una atmósfera un tanto angustiosa, un poco borgiana, pero después se aclaró más y el final lo sospeché, pero tenía que leer todo para comprobarlo... enhorabuena por tus letras!

saludos!!

5:38 a. m.  
Blogger frodita said...

Lo importante no es la ausencia, da lo mismo cuanto haya durado, lo importante es el regreso y lo bueno que es


abrazos =)

7:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

El encierro puede tener muchas formas y objetivos, pero al final siempre agarra otro sabor cuando uno logra compartir lo encerrado con la persona indicada, con aquella que entiende tu decisión sin mayor cuestionamiento y te muestra salidas gratificantes.
Espero que tu regreso sea paulatino y aceptes que las cosas ya no son como antes, pero que sin duda te has acercado a tu esencia,que es lo más importante.

11:02 a. m.  
Blogger Andy said...

Pasaba a saludar, y un día de estos me daré un "exilio" interno de un par de meses, pero todavía no puedo.

Saludos.

11:59 a. m.  
Blogger Alejandro Tapia said...

ALEXIS: Es demasiado pequeño e inmenso al mismo tiempo. Suerte en tu retiro.

ALE: Gracias a ti. Hay más personas encerradas de lo que pensamos.

SUPERCOMEDIANTE: Avíspate. Voy y vuelvo. El eterno retorno.

INEZ/VALE: Bienvenidas. Salud!

RAFAEL: Qué bien colega. Arriba las manos, esto es un contrato! Hay que desaparecer. Es sano. Al menos por un rato. Espero sigas por acá.

FRODITA: El regreso es más duro de lo que esperaba. Pero quién sabe.

JOSE CHIMIN: Nada es como antes. Por suerte no estoy solo. Ja!

ANDY: No desaparezcas todavía.

6:33 p. m.  
Blogger Nefastas said...

pero qué le pasó?
fue enfermedad o decisión propia?
le sirvió para estar mejor si es que quería espacio propio un ratito?
esperemos que sí!

12:48 p. m.  
Blogger Unknown said...

Pocas veces uno es capaz de descubrir dónde o cómo se es feliz... tal vez se requiera de una brújula especial o de sentimientos que manejen los pies hasta llevarte a ese lugar...

Son los recuerdos catapultas a la alegría? creo que momentáneamente.. pero indagando en aquellos recuerdos te das cuenta de que siempre hubo algo mal escondido en todo lo bueno... y todo puede irse a la mierda...

3:01 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home


Web Site Counter Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.