EL VIEJO TRAVESTI
La Tía Lucy lleva 23 años vendiendo pequenes, empanadas y sopaipas en el Víctor Manuel, mejor conocido como persa Bío Bío. En la esquina de Placer con Santa Rosa, Lucy, de unos 70 años o quizás más, tiene la cara arrugada, la piel seca, las tetas caídas, bolsas en sus ojos verdes, algo de piñén en el dedo índice de su pie izquierdo y huele a cebolla. Ya chiquillos, sacar a gamba y a cien. Están calentitas las empanaditas, grita a grito pelao sábados, domingos y festivos, de las 10 de la mañana hasta las siete de la tarde. Lucy llegó al Bío Bío gracias a un dato de su amigo El Chino, a su vez amigo del amigo del actual dueño de Los Lomitos del Chino Hot, el local número 100 en Placer 980, cerca del popular El As del Churrasco, cuya especialidad es la paila marina. Lucy cuenta que ella recuerda como si fuera hoy cuando Los Prisioneros grabaron, en 1986 (quizás antes, quizás después), el video de Muevan Las Industrias en los lúgubres galpones que poco antes había ocupado una industria que se fue a pique con la crisis del 82. En el video casero aparecía un Viejo Pascuero decadende dando vueltas por los galpones del persa un día nublado de los 80. Coincidentemente, mi primer recuerdo del Bío Bío, el paraíso de los juguetes para adultos y también pa los regalones, es un tipo disfrazado de Santa Claus a pleno sol paséandose por lo que hoy son galpones llenos de dvds nuevos, vinilos viejos, revistas nuevas, revistas viejas, comics nuevos, historietas nuevas, radios viejas, fierros usados, libros antiguos, biciletas nuevas, juegos de computador copiados, cds robados y una larga lista de cachureos varios. No sé si vi al Viejo Pascuero por la tele o ese día que grabaron el video en el Bío Bío, pero lo ví. Y ese es mi primer recuerdo del Víctor Manuel. Y el segundo; el olor a fritanga y a "potito". Lucy me contó que su amigo El Chino fue quien se disfrazó de rojo y barba blanca el día que grabaron casi de manera artesanal Muevan las Industrias, uno de los hits del disco Pateando Piedras. Se cagó de calor, pero necesitaa las moneas, me confidenció Lucy, riéndose bien fuerte. Le pagaron una cagá. Más cagaos esos cabro de Los Prisioneros. Pa que vea mijito. Detrás de tanto disfraz, se esconde el diablo, continuó. ¿Se esconde el diablo?, pensé. La conversación con Lucy terminó ahí. Vieja loca. ¿Se esconde el diablo?, seguí preguntándome. Continué caminando por Placer, hasta llegar a Victor Manuel esquina Bío Bío. Este es uno de mis lugares favoritos. Es casi como un ritual ir al persa. Siempre me gasto toda la plata que llevo. A veces en puras leseras. A veces también pienso en qué pasaría cuando vea algún objeto mio robado ahí. Quizás ahí mismo se acaba la magia. Quizás la magia no existe. Cerca de la esquina donde me encontraba parado, le pregunté a un comerciante que vendía cachureos, dónde se comían las mejores empanadas del lugar. Le pregunté por preguntar. En realidad me interesaba conversar con él, ya que hace algún tiempo vi que vendía un robot casi identíco a uno que tenía cuando niño y me interesaba saber de dónde lo había sacado. Luego, confirmé que efectivamente se trataba del mío, pero nunca supe cómo llegó ahí. ¿Empanadas? Chi, en todos laos, po. Pero las mejores son las de la Lucy. Ahí en Placer con Santa Rosa, me contestó el comerciante del viejo robot de metal. Ahhh, mire, justo pasé por ahí, le dije, haciéndome el leso. ¿Y usted conoce a la Lucy?, le pregunté. Chi, claro que la conozco. Hace años. De cuando en realidad era el Luciano. Aunque en ese tiempo no se dedicaba a las empanás. Pero hace tiempo no hablo con ella po. Porque dicen que detrás de tanto disfraz, se esconde el diablo, me respondió. Quedé sin habla. No entendía nada. Y el diablo anda por acá. Vestido de Viejo Pascuero, remató el vendedor de mi robot. Salí arrancando, navegando por Bío Bío río abajo, en busca del viajo diablo de rojo.